Qué sucede en los barrios de Alemania o Bélgica?

La integración social de los barrios españoles, nada tienen que ver con la que se observa en grandes capitales europeas. Con un simple paseo y media docena de consultas en las visitas a Europa, a poco que estés con los ojos bien abiertos, se observan una serie de problemas sociales latentes de complicada solución.

Mientras que en España superar la barrera del 10% de personas de otras culturas empieza a preocupar y se toman medidas sociales de integración para evitar conflictos latentes, en algunos barrios europeos es muy habitual ver un 50% o hasta un 80% de ciudadanos de otras religiones o culturas, habitando zonas enteras, colegios y servicios públicos. En esas mismas ciudades existen colegios o barrios donde la integración no es necesaria pues no hay casi ninguna persona proveniente de otras culturas, excepto para trabajar. Zonas del 0% y zonas del 80%. Conflicto asegurado.

El caso de Marxloh (20.000 habitantes), un distrito al norte de la ciudad alemana de Duisburgo (500.000 habitantes), es de los que comento, con más de un 60% de personas no alemanas en el Distrito o al menos con culturas y religiones no originalmente alemanas. Como es lógico suponer la convivencia es complicada y el número de habitantes autóctonos baja constantemente en este Distrito. Pero sucede también en Bruselas o en Berlín, como ciudades analizadas por este blog.

Duisburgo es una ciudad mediana, industrial, cercana a las mucho más conocidas Colonia, Essen, Düsseldorf o Dortmund, muy bien comunicada y que resulta perfecta como lugar de acogida de una inmigración que busca trabajo, y además representa el lugar idóneo para “esconder” a los diferentes, en vez de hacerlo en otras ciudades mucho más turísticas y de clase media. Pero la crisis afecta más a las ciudades industriales que a las de servicios.

La alta tasa de desempleo, la falta de perspectivas de empleo para los inmigrantes sin cualificación para el mercado laboral alemán y las tensiones étnicas entre los diferentes migrantes hace que incluso la policía no entre en estos barrios, excepto en coches blindados o en patrullas numerosas ante problemas muy puntuales. La seguridad ha dejado de funcionar. Es muy habitual que ante cualquier altercado con policía u otras personas de fuera de las zonas, aparezcan en muy pocos minutos un centenar de personas que rodean el altercado, posicionándose con los que allí viven. Defienden sus zonas con fuerza, ante los forasteros de allí mismo.

Son zonas que se han convertido enno-go areadonde tan solo los que ya han tomado posesión de estos espacios, pueden entrar y salir. La mezcla de europeos del Este y recién llegados, la convivencia de culturas gitana y musulmana, de vecinos con años en el barrio junto a muchos otros que acuden a ocupar viviendas vacías que van dejando los que huyen del Distrito, ha convertido estas zonas —que se multiplican por varias ciudades europeas— en auténticos problemas, que nada tienen que ver con la solidaridad y el acogimiento social, y mucho más cuando no totalmente, con la mala planificación social desde los poderes municipales y estatales.

Esta mezcla de clanes familiares que quieren controlar calles enteras, junto a familias alemanas de toda la vida y de edad avanzada y sin recursos, junto a la llegada de otros clanes de la Europa del Este, han creado un caldo de cultivo explosivo, que incluso se puede ver en las calles céntricas de Berlín. No es necesario ir a barrios escondidos de ciudades pequeñas. El alcohol es además un inmenso aliado de los conflictos.

La enorme equivocación es pensar que esto es producto de la emigración de otras culturas hacia Europa. Esto en cambio, es producto de una visión cegata de las realidades sociales, sin capacidad de aceptar el diferente con la humanidad necesaria, y cerrar el reparto de posibilidades sociales con arreglo a planes diseñados para integrar desde las diferencias. No vale la caridad, o al menos no sirve del todo, es necesario elaborar Planes Estratégicos humanitarios, que busquen la integración en paz. Y sobre todo que sean capaces de encontrar fórmulas de futuro, laboral, educacional y económico.