A veces criticamos el efímero arte urbano que llena de color y formas nuestras calles. No lo hacemos bien. Mientras algunas ciudades españolas o de todo el mundo han puesto en valor el arte urbano como una forma de dotar de más calidad a la ciudades en sus tramos públicos urbanos, otras no saben aprovecharse de esta posibilidad sencilla y barata.
Aquí vemos un tapia de Madrid, un tabique de cemento que esconde un solar vacío. En sus letras parecen árboles que se quieren elevar sobre el cielo, disimulando lo feo y creando un paisaje de troncos y de color.
Y he buscado este ejemplo como el más simple y sobre el que a veces recaen más críticas. Los nombres, los textos bien realizado. Nada tiene que ver esto con ensuciar las calles o las paredes. Son personas distintas, como es diferente ir con tu coche de un lugar a otro o ir con un coche saltándose los semáforos y a 120 por las calles de tu barrio. Todo es ir en coche, pero las formas son totalmente diferentes, legalmente distintas.
El arte urbano alegra las ciudades, los paseos, las calles de los barrios, los espacios más vacíos. Es un excelente complemento moderno y urbano para dotar de alegría a las ciudades.
En una entrevista realizada en La Vanguardia al médico de familia Javier Padilla, sin sorprenderme me ha resultado interesante remarcar alguna respuesta dada por lo que significa para entender como el Urbanismo también afecta a la salud.
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¿Necesitamos entornos saludables?
Sí, porque la salud no depende de tener un hospital a media hora de casa. Nos jugamos la salud en otros sitios: en las condiciones de trabajo, la renta, el nivel educativo, tener viviendas dignas. La salud se juega en los barrios.
¿Dime en qué barrio vives y te diré cuándo mueres?
En efecto, en Barcelona hay seis años de diferencia de esperanza de vida entre los barrios más ricos y los más pobres, en Catalunya hay diez años de diferencia entre poblaciones.
En lugares como Glasgow hay 24 años de diferencia en 10 km de distancia, o 20 años en Baltimore en 5 km de distancia. Nuestras ciudades son grandes muestrarios de la exclusión social, que tiene unos efectos en salud incuestionables.
¿Se come diferente según el barrio?
La densidad de establecimientos de comida basura es el doble en el entorno de colegios de la periferia que en otros barrios de mayor renta.