Todas las ciudades tienen sus rincones típicos, que se mantienen casi artificialmente para no perder esa imagen lograda con los años, y que algunos turistas van buscando como estampas que guardan en la memoria. Ahora las ciudades pelean por no ser parques temáticos y es lógico. Las ciudades nacen para sus habitantes, pero como todos ellos tienen que vivir en sus ciudades y con o incluso “de” sus ciudades, no está de más conjugar la vitalidad económica de las mismas pues además de crear empleo, garantiza un futuro, siempre que sepamos gobernarlas bien.
Ese doble juego de tener habitantes reales en los centros de las ciudades debemos unirlo a que las ciudades tengan la personalidad que se espera de ellas. Sea esta la que sea. Y aprender a vivir precisamente de esa “marca” de ciudad que les ayuda a tener servicios y vitalidad. No querer esto es reconocer que no se sabe gobernar el problema, gestionar los nuevos tiempos de las ciudades. Muchos años llevan grandes ciudades viviendo de esa tematización de sus urbes. Léase New York, París, Roma o Londres por poner ejemplos que no tienen duda.