Urbanismo amable en Girona con aceras útiles

El urbanismo amable muchas veces es simplemente intención, diseño, ganas de aprender a crear con osadía algunos elementos útiles para jugar, descansar, contemplar o llenar espacios. Oasis donde el arte urbano de colores potentes se funde como mobiliarios urbanos útiles para descansar sobre ellos o para que los niños jueguen a subirse. 

Este ejemplo en Girona me sirve perfectamente para esta explicación. Unas letras en la ancha acera, deformes y como tiradas en el suelo, que sirven para que los niños de la zona jueguen sobre ellas. Materiales resistentes con una doble función añadida pues en algunos lugares de esas letras también sirven para sentarse y descansar.

Acera a la misma altura que la calzada para no crear una separación excesiva entre usos de vehículos y peatonales, con una separación de seguridad a base de pivotes altos. Velocidad en la calle con pacificación a 30 km y pocos semáforos pero bastantes pasos de cebra. Sin duda la anchura de la aceras y el tipo de pavimento también ayuda a que el coche se sienta más pequeño en estas zonas y con adoquines a no poder correr.

Si lo hace New York, lo puede hacer Pontevedra o Zaragoza

Comentábamos en la anterior entrada el gran trabajo que el alcalde de Pontevedra ha realizado en la última década para lograr una ciudad más amable y vivible dentro de los márgenes del uso práctico de las ciudades, pero también de la sostenibilidad en el tráfico y de humanizar el urbanismo. Pero no todo son maravillas en las decisiones que se toman, pues todas las ciudades tienen sus particulares diseños y las decisiones se tienen que adaptar a ellos. 

En las Grandes Ciudades hay que pulir y a veces las decisiones que sirven perfectamente para una ciudad como Pontevedra son más complicadas de adoptar en ciudades como Zaragoza, por poner un ejemplo. Pero complicadas no deben ser sinónimo de imposible, sino de reflexión. Incluso las mismas decisiones no sirven por igual para todos los barrios de una gran ciudad.

Es verdad que si a los centros de las ciudades les restamos los vehículos privados hay que dotar de mejores servicios de transporte público urbano que apoyen la movilidad de las personas entre los barrios de la periferia y su centro. Es cierto también que los nuevos modelos de movilidad personas, con bicicletas u otras herramientas, están cambiando la fisonomía de las ciudad, pero cuidado pues se puede morir en el éxito, y si hay duda visitar Amsterdam y lo podréis comprobar.

Hay que trabajar en puntos estratégicos que sirvan de entrada a los centros urbanos desde la periferia y donde se diseñen lugares de aparcamiento disuasorio. Bien sean gratuitos, sean Zona Azul o espacios privados como Garajes verticales. Hay ejemplos de todo esto en diversas ciudades europeas.

Cada ciudad tiene el tamaño que le viene dado por sus habitantes y sus diseños y hay que peatonalizar con arreglo a los estudios técnicos y políticos que sean necesarios. Pero HAY QUE PEATONALIZAR

Eso no supone que los vehículos no puedan entrar en todo un enorme espacio urbano. Supone al contrario que hay restricciones muy claras y contundentes y que hay que priorizar. Las Super Manzanas de Barcelona o Zaragoza son ideas fabulosas para esponjar y ordenar espacios.

Estas ideas podrían parece proyectos de locos políticos que no saben lo que es el futuro de una Gran Ciudad, pero se equivocan los que así piensan y para demostrarlo les invitaría a viajar hasta New York o leer al respecto sobre los cambios en el tráfico y la ordenación urbana en esta Gran Manzana. 

En muchas calles del centro de NY se han cerrado al tráfico calles enteras que se han rediseñado como peatonales, se han llenado de juegos infantiles y bancos para descansar (ver imagen), se han montado árboles en grandes maceteros y se han entregado a los peatones. Si lo puede hacer New York, lo puede hacer Pontevedra, Zaragoza o Madrid.

Pontevedra está de moda. La importancia de un buen alcalde

Pontevedra está de moda, se mueve en esa búsqueda que muchas ciudades desean encontrar y que siendo muy complicado, muy pocas lo logran. Encajas la movilidad, con la comodidad, la salud, la sostenibilidad y la amabilidad urbana en sus calles.

Hay que volver a la ciudad amable, a la de poder pasear escuchando los sonidos naturales de las ciudades, nunca tapados por los ruidos excesivos de los coches a mansalva. Y eso es complicado. El alcalde de Pontevedra Miguel Anxo Fernández (del BNG) sabe de su ciudad mucho pues lleva 19 años en su responsabilidad elegido por sus vecinos, y ha advertido con rotundidad algo que pocos ciudadanos de las grandes ciudades admiten:

“Ser dueño de un coche no le da el derecho a ocupar el espacio público”.

“¿Cómo puede ser que las personas mayores o los niños no son capaces de utilizar la calle a causa de los coches?”
, se pregunta César Mosquera, jefe de la as infraestructuras en Pontevedra.

Recuperar las calles, los espacios públicos, solo es posible si apartamos algo a los coches de los centros urbanos. No es posible seguir soportando miles de coches dando vueltas por las mismas calles en esa búsqueda imposible de un lugar para aparcar. Eso estropea la vida urbana sin resultado positivo para nadie, ni para peatones ni para conductores.

Bajas velocidades y quitar del centro los coches supuso en Pontevedra pasar de 30 fallecidos en accidente entre 1996 y 2006, a 3 fallecidos entre 2006 y 2016. Y ninguno desde el año 2009. Hoy viven más de 30 vecinos en Pontevedra que hubieran fallecido atropellados porque se tomaron las decisiones adecuadas calmando el tráfico. Pero las emisiones de CO2 bajaron un 70% y las enfermedades evitadas son muchas pero más complicado de evaluar. Si sabemos que la zona Centro de Pontevedra ha recuperado 12.000 habitantes ya perdidos. ¿Eso no es un acierto grande?

Las ratas en las grandes ciudades

Ahora han calculado que en Barcelona hay unas 200.000 ratas de alcantarilla, que visto así no parecen muchas sobre todo si las comparamos con las más de 1.000.000 que dicen habitan en New York, que también os digo, podrían ser muchas más. En la primera visita que hice a New York el año pasado vimos una grande que enseguida dijimos que no era una rata, que era un gato, para no asustar a los turistas que venían con todos nosotros. La mitad no se lo creyeron. Pero en el segundo viaje que hice, pocos meses después y con muchos más días, el trato con las ratas de hotel fue simpático y agradable. El primer día las escuchamos correr por las paredes, y estábamos en un 12 piso. Que no es tanto en New York. Pero no les hicimos más caso, igual no eran ratas, pensamos. Pero como continuaban con sus paseos entre los escondites de las paredes huecas, decidimos jugar con ellas.

No es complicado. En serio. Tu les das golpecitos en donde suenan sus patitas suaves y ellas enseguida se escapan corriendo, pues curiosamente les debemos dar miedo. Cosas de ratas que en realidad eran ratones. Como siempre se escuchaban por la misma zona baja de la pared, a poco que te fijes enseguida ves por donde salen a robarte lo que pueden pillar. Ellas son muy suyas y quieren comer todos los días.

El primer día cometimos la torpeza salvaje de trabajarnos (ahora os explico de qué) el agujero del marco de la puerta, podrido de tanta agua de fregar, y que era por donde debían salir a pasear mientras dormíamos. Trabajarnos decía, de matamoscas en spray que era lo único que llevábamos encima. Sospechábamos antes de viajar de que nos pudieran molestar los mosquitos, pero no las ratas.

Aquello no funcionó y creo que para las ratas era como un vermut nocturno. Así que tapamos el roto del marco de la pared con papel a presión bien embadurnado de matamoscas. Y al menos las amigas debieron elegir otra habitación más fácil y las más de dos semanas nos dejaron en paz. Estoy seguro que vosotros habríais bajado al Conserje a quejaros. pero eso es porque no conocéis la enorme zona de atención al paciente cliente con filas de una hora y las caras de las personas que te atendían. New York es una ciudad maravillosa, os lo aseguro.

Pero ratas vimos, vivas y muertas, en Central Park. El suelo de New York es un cado impresionante para estos animales pues es roca muy dura donde pueden vivir formando colonias inmensas si quieren y las dejan. No es un suelo plano y blando como en muchas ciudades españolas. Y la recogida de basuras en New York es tan fabulosamente caótica, que ellas pueden vivir maravillosamente allí. Y os advierto. New York es fabuloso, es mucho más que el temor a ver unas ratas pues animales hay muchos por los parques incluidas las ardillas que se acercan a comer de tu mano y son como ratas pero con colas levantadas en vez de arrastradas. Y siempre encontrarás a una buena personas que te diga que son gatos, en serio.

Parque de la Ciudadela de Barcelona, un verde ejemplo


Es la Barcelona tranquila del parque de la Ciudadela en un fin de semana de buen tiempo. Los usos de las zonas verdes con calma en las grandes ciudades suelen ser muy comunes entre ellas. La gente joven sobre todo las utiliza para divertirse con deportes o actividades de tarde, las personas adultas son más de mañana igual daría en Berlín, Amberes o Madrid. Una gran ciudad necesita tener pulmones verdes en sus centros urbanos, pues son imprescindibles y ayudan a la sostenibilidad pues evitan desplazamientos en coche. Además de parques de barrio hay que tener parques de referencia, para actividades más globales.

En total son más de 17 hectáreas de zona verde, museos, arte urbano, jardines de muy variado tipo con más de 140 años de antigüedad. Contiene además en otras 14 hectáreas el zoológico de Barcelona. Un lugar histórico que no debemos perdernos si visitamos Barcelona pues en sus alrededores están muchos de los edificios más importantes.

La misma ciudad, dividida en tres bloques sociales

Ehlanzeni es uno de los tres distritos municipales de la provincia de Mpumalanga, en Sudáfrica y en esa zona podemos encontrarnos con esta imagen donde vemos la segregación social por división de asentamientos formando ciudades diferentes dentro de la misma ciudad. Por una lado vemos a la izquierda un asentamiento de chabolas donde no hay electricidad pero donde sufren por encima de sus cabezas las líneas de alta tensión que sí dan electricidad a la otra zona, la de los chalet de clase media. En medio, separando ambas realidades sociales, un cementerio que curiosamente es común a todos los habitantes de la zona.

En la zona de chabolas viven unas 30.000 personas en un total de 8.500 infraviviendas. La imagen tomada por Johnny Miller / Millefoto para la web unequalscenes.com nos sirve perfectamente para entender las divisiones más crueles de la forma de vida dentro de la misma ciudad.

El diseño, los espacios, las zonas verdes, el esponjamiento de las calles o el tamaño y espacio de las casas nos indica claramente la injusticia y qué tipo de sociedad vive a cada lado del cementerio. No logramos bajar al suelo, pero sabemos en qué lado se dan los servicios públicos esenciales y en qué lado no existen tales servicios. Y en la misma medida sabemos dónde la esperanza de vida es mayor o dónde la delincuencia es más fácil, sin analizar estadísticas. 

Una simple imagen sirve en sociología para diagnosticar necesidades y problemas. E incluso por comparación sabemos qué soluciones serían válidas y cuáles imposibles.

Y lo más grave de todo es que también sabemos qué futuro tendrán los niños y jóvenes que nacen en cada zona de la imagen, y qué tipo de problemas crearán unos y otros sobre el planeta. 

Vemos la enfermedad con una imagen aérea, sabemos el diagnóstico, conocemos el tratamiento, pero no somos capaces de bajar a tratar al enfermo.

No existe una ciudad, sino mucha ciudades

Nunca hay una ciudad, es imposible, siempre hay varias ciudades dentro de una misma ciudad, pues la concentración de personas en una ciudad logran como elementos básico que esta se convierta en muchas ciudades. Esa pluralidad es gran parte del éxito de la ciudad como elemento social imprescindible. Todos podemos ver a nuestra ciudad como un ente distinto a como lo ven nuestros vecinos. Sus numerosas posibilidades hacen que tengamos que elegir unas sobre otras y que adaptemos nuestra ciudad a nuestra particular forma de ser, a nuestro personal uso.

Una duda de libro: ¿Nos adaptamos nosotros a nuestra ciudad o es nuestra ciudad la que se va adaptando poco a poco a como somos sus ciudadanos?

Una ciudad son emociones, ideas, retos, paisajes, barrios, cultura, ocio, diferentes horas y luces. Una ciudad puede ser vista de forma externa o interna. Hay personas que solo conocen la ciudad de la calle y de los edificios públicos. Otras en cambio están constantemente en edificios privados que ellos eligen para sus horas de ocio o cultura. Hay personas que casi no salen de sus barrios y otras están constantemente moviéndose entre todos ellos. Hay vecinos que solo están rodeados de cemento y techo siempre idéntico, mientras que en la misma ciudad otros vecinos están siempre rodeados de árboles o de rituales religiosos o comerciales que van cambiando.

La riqueza social de la ciudad es impresionante, aunque curiosamente muchos de sus vecinos no la conozcan y ni mucho menos la usen. Daría igual hablar de New York como ejemplo máximo y fácil o de Zaragoza como ciudad de tamaño medio. Los elementos son siempre los mismos, pero en más número. En New York o en Madrid hay un “centro” de ciudad y varios “centros” de barrios. Todos son interesantes y diferentes. En todos ellos suceden “cosas”. Todos quieren mejorar pues todos tienen problemas y soluciones. Todos tienen su personalidad.

Si eres de Zaragoza o de Soria, puedes perderte si así lo deseas por un barrio de New York o de Madrid con las mismas garantías de seguridad. Nadie notará que eres de Soria o de las Delicias. Excepto que tú hagas lo posible porque se note. Incluso si miras bien observarás que cada año las ciudades del mundo se parecen más entre ellas. Cambian los idiomas escritos, algún mobiliario urbano, pero poco más.

Eres ciudadano del mundo, porque eres ciudadano de ciudades. En las grandes ciudades nadie pregunta nada, todo funciona por sí mismo, todo está engrasado para funcionar. Hasta que alguien lo rompe, pero eso sucede en Soria, en Madrid, en Zaragoza o en New York. Mientras esto no suceda, eres uno más de la ciudad en la que te encuentres, sea esta la que sea.

La imagen de arriba es de un parque de una ciudad de Francia, pero podría ser Madrid, Sevilla, Berlín o Amberes. No hay gran diferencia en el diseño de las zonas verdes. Es Pau.

Mobiliario urbano público en un museo de Zaragoza

El mobiliario urbano y público tiene muchas formas de manifestarse, de otorgar calidad urbana y servicio a las personas de las ciudades. Esta imagen está tomada en la entrada a un museo público de Zaragoza. Una zona de calma, de relajación, de descanso, para antes de entrar o para la salida. Junto a una zona de cafetería y de librería especializada en arte. Es como si la descompresión tras salir del museo se tornara lenta, para no encontrarnos con la realidad de la calle de golpe.

Los diseños urbanos de los servicios públicos deben atender estos detalles de calidad en el servicio de las personas. En las ciudades no todo tienen que ser asfalto y semáforos. La calma y el descanso son muy importantes para la calidad de vida de las personas.

El nuevo papel de las bibliotecas en las grandes ciudades

Las bibliotecas centrales de las grandes ciudades son imprescindibles para ejercer de corazón de la cultura de sus habitantes, pero necesitan cambiar y modificarse a los nuevos tiempos. Ya no pueden ser meros almacenes de libros, ni de consulta ni de préstamos, sino espacios ágiles, vivos, donde entren nuevos servicios a mover la cultura de la ciudad.

Al clásico almacén de libros deben añadirse con urgencia videotecas, fonotecas y sobre todo hemerotecas, para ser espacios de análisis, estudio e investigación. El servicio de consulta por internet de cualquier dato publicado en la red hace que las bibliotecas centrales tengan que complementar estas posibilidades con servicios añadidos y específicos para dar personalidad a estas bibliotecas.

Deberían ser también archivos y buscadores fáciles de materiales ya publicados en internet sobre temas en los que se especialicen cada biblioteca, y poder ser espacios de consulta desde casa o la oficina, sin ser lugares presenciales. Cuando decimos que en internet está “todo” se nos olvidan dos cosas, que está solo lo que ya se ha publicado en internet, es decir aquello que hoy no interesa, aunque fuera interesante en su momento NO está. Y además lo complicado es lograr encontrar lo que se necesita, pues no siempre sabemos qué buscar.

Google nos lleva hasta lo que le decimos que nos busque. Pero en temas locales o muy específicos las bibliotecas pueden cumplir un papel añadido.

Los espacios de las grandes bibliotecas deben ser motivadores y movilizadores de la cultura. Los profesionales ya no deben ser meros guardianes del saber en papel, sino también agitadores sociales, culturales y artísticos. Las ciudades necesitan a las bibliotecas, pero deben redefinirse hacia los nuevos tiempos. Y una forma lógica de redefinirse es ir pensando en grandes bibliotecas y pocas bibliotecas. Unir espacios, dotarlos de salida a la red para todos los usuarios, de agilidad y servicios de mucho más tipo, y ser espacios de debate vivo, de intercambio, de agitación plural.

Quedan las bibliotecas pequeñas de barrio, que deben tener un papel muy diferente, más de atención al servicio de iniciación a la consulta e investigación, y como espacios de estudio y préstamo de libros y revistas.

Los griegos inventaron la ciudad, la polis

Explicamos en esta otra entrada lo que nos parece que es una ciudad en relación a una localidad menor que podemos llamar pueblo por hacer de alguna forma distinciones no siempre bien entendidas por su doble sentido peyorativo. Y os dejo abajo de la entrada y para comprender mejor estas distinciones un extracto de un libro del año 1948 de Georges Chabot. En realidad el concepto de “ciudad” viene ya de los griegos y que estas líneas tengan 70 años es muy poco tiempo.

Ellos, los griegos, inventaron y explicaron la teoría de las ciudades que todavía son actuales, las conocidas hoy como “Polis” de hace más de 2.700 años, y con las de con pocos cambios seguimos funcionando en la actualidad. Unos centros políticos, culturales y de vecinos que vivían juntos alrededor de centros de gestión, seguridad y comercios, en viviendas que formaban calles urbanas, entramados en muchos casos defensivos y útiles para ellos. 

Esas ciudades conocidas como polis tenían un poder importante de decisión en sus propios asuntos, cuidaban su cultura, su religión, sus comercios, sus economías incluso creando monedas propias, diseñando trazados y creando la habitabilidad de sus espacios públicos, expulsando fuera de la ciudad aquellas actividades que consideraban molestas.

Eran zonas de agrupación de personas no muy grandes pero construidas en lugares bien elegidos para su defensa y lograr sobrevivir en los asedios, para lo que necesitaban agua y terrenos suficientes que les procuraran alimentos, además de a ser posible, defensas naturales. De un tamaño entre 3.000 a 10.000 habitantes en la mayoría de los casos, compuestas de diferentes grupos sociales que se conocían muy bien entre todos ellos, y con leyes propias, fiestas y tradiciones particulares, y respeto mutuo a la identidad de los espacios comunes y privados. Era un valor muy apreciado ser ciudadano de una ciudad, aunque no tuvieras todos los derechos para ser ciudadano libre.

En realidad en los conceptos más primarios de estas polis existía y existe un denominador común. JUNTOS. Querían estar juntos, construir juntos, vender y comprar o tener seguridad juntos, legislar juntos pero unos más juntos que otros. Por que también querían tener seguridad, que unos trabajaran para los otros, que se tuviera una calidad de vida superior, dominar a los que tenían que obedecer a costa de ofrecerles la ciudad/poli como refugio novedoso. Estaban creando un sistema de vida que 2.700 años después sigue casi intacta.

Y para ello habían dividido su sociedad en tres bloques de personas que (casi) siguen en la actualidad. La Clase Alta o Ciudadanos con todos los derechos, incluido el de elegir entre ellos mismos representantes para legislar; la Clase Media o Metecos que eran vecinos libres pero sin derechos completos donde estaban incluidos los extranjeros o las mujeres; y los Esclavos o Trabajadores que eran ciudadanos sin derechos y que vivían de lo que les daban sus Jefes de Obra, Taller o Casa.

Desgraciadamente estas separaciones sociales con cambios y adaptaciones a los nuevos siglos se mantuvo durante muchos siglos y en algunas zonas se sigue manteniendo con mayor o menor fuerza. Aquí que ahora toca por un momento el ponernos a pensar cada uno con qué realidad seguimos en situaciones parecidas a las de hace 2.700 años.


¿Qué es una ciudad, por qué es ciudad?

Si nos preguntamos qué es una ciudad, todos más o menos tendremos una respuesta clara. Sabemos qué es una ciudad. Pero la realidad es que no lo saben bien ni los que se dedican a estudiar las ciudades. En algunos países una ciudad es considerada así si sobrepasa los 2.000 habitantes. Pero esta cifra siendo simplemente un dato, no es igual en todos los países. En otros se es ciudad a partir de 1.500 vecinos mientras que en otras naciones se necesitan los 5.000 para ser considerada ciudad al espacio común de convivencia vecinal.

La realidad es otra, y no tiene nada que ver con los números. Una ciudad es una sucesión de calles más o menos asfaltadas y con aceras, con edificios de una cierta altura que forman comunidades de vecinos, con comercios muy variados que ofrecen servicios de casi la totalidad de los bienes de uso diario, con bastantes personas que están por las calles para desplazarse, y que forman estratos diferentes en esa sociedad compleja, donde hay variedad de oficios y de culturas.

Si la inmensa mayoría de la economía de un conglomerado de calles y edificios es la agricultura o el sector primario, no se puede considerar ciudad sino pueblo o espacio rural. Al menos de momento. Pero incluso este dato no es del todo correcto y depende de la zona geográfica. Si al tener un solo sector económico no podemos definir a esa zona como ciudad nos podemos encontrar que en un futuro una zona de solo turismo o de solo jubilados tampoco se la pueda considerar ciudad. ¿Y qué sería entonces Benidorm?

Una ciudad tiene que tener un poder municipal claro y libre con controles para gestionar “su” ciudad. Una ciudad debe tener también un mercado propio y fijo. Y sin duda una ciudad lo es si dispone en la actualidad de su policía como antes disponía de sus ejércitos que custodiaban las murallas.

En realidad una ciudad se diferencia de una unidad rural por el paisaje. Sabemos definir qué creemos que es una ciudad, simplemente viéndola de cerca.Y admitimos que no es posible unificar la definición pues depende de zonas geográficas o sociales. Una ciudad lo es también por su historia como ciudad, con independencia del tamaño que tenga en estos momentos. Y sobre todo por ser considerada ciudad por el resto de ciudades y pueblos.