Hablemos del futuro de las ciudades

Nunca es fácil augurar qué veremos en el futuro, de qué forma vamos a ver los cambios en nuestro hogar, en nuestras calles, en nuestras relaciones con la sociedad que nos seguirá envolviendo. Podemos jugar a imaginar, que es un ejercicio fácil o podemos agarrar los indicios e imaginar nuestras ciudades y relaciones de hogar, con arreglo a los cambios que ya se asoman por las nuevas tecnologías, y sumarlos al modo actual de vivir.

Es verdad que estamos intentando crear sociedades amables, entretenidas, apagadas también para poderlas dominar, y eso nos lleva a crearles entretenimiento barato, constante y que sepa sujetar los pensamientos críticos. Se crearán sociedades más líquidas, menos estables, más ociosas, pues la productividad y el beneficio no estará tanto en la producción como en el consumo.

Unos de los procesos a los que nos vamos a tener que acostumbrar es al de la seguridad pasiva. Las cámaras nos van a vigilar más todavía y si hay dudas con viajar a Londres nos podemos hacer idea de hasta donde se puede llegar. El dinero dejará de existir, se convertirá en números, en tarjetas, en modos de pago donde las monedas no tienen cabida.

La formación será imprescindible para lograr un puesto de trabajo incluso bajo. Se acabaron los analfabetos que no conozcan al menos tres idiomas, y una capacidad real de saber expresarse tanto oral como por escrito, defender tus opiniones en público, tener unos conceptos mínimos de economía, sociología o cultura moderna. Crecerá el analfabetismo, a costa de aumentar mucho el listón de punto de partida. Los conceptos mínimos para poder ser considerado “normal” serán mucho más altos.

La salud reemplazará a la sanidad. Tú serás responsable de tu salud, y acudirás de forma presencial al médico mucho menos que ahora. La sanidad no será gratis, las medicaciones serán diferentes y más personalizadas, en tu propio DNI figurará tu historial médico al que podrán acceder desde cualquier hospital y los precios de la sanidad dependerá del tipo de enfermedades. Si se deben por un cuidado de la salud personal deficiente, los precios serán mucho más altos.

Tu hogar será un lugar mucho más amigable y cómodo. Movible y readaptable interiormente, agradable como cueva que arropa pues se irá llenando de comodidades artificiales que te hagan creer la artificialidad. Por ejemplo con menos metros pero adaptables decorativamente puedes llegar a creer que dispones de mucho más espacio y con ambientes y paisajes que cambian. Pero por otra parte la pobreza aumentará y la diferencia sociales crecerán, excepto que sigamos creyendo como sociedad que o lo evitamos, o nos estamos atacando en nuestro propia línea de flotación en la seguridad más violenta.

Y he dejado para el final el concepto de ciudad del futuro. Es inevitable perder el concepto de “ciudad” para rescatar el de “barrio” o “distrito” pues la ampliación del tamaño de las ciudades hacen que se tengan que trocear en células pequeñas. Esto tiene sus ventajas, pues entrarán las supermanzanas en juego, con los servicios básicos en cada una de ellas, incluidas las zonas verdes paisajísticas. Es posible que dejemos de ver las clásicas plazas tipo inglés o francés, para ver más pequeños trozos de Central Park. Tendrán que volver las construcciones verticales, pero con grandes terrazas. Y un diseño de control exquisito del tráfico en esos grupos de edificios, creando dos tipos de calles totalmente (más) diferentes. Las interiores y las grandes avenidas. Ya existen, pero con diferenciación mucho más marcadas.