Esta imagen es Central Park de noche, el mítico parque de New York, en este septiembre de 2017. Hablaré en otro momento de ciertos detalles que me han llamado la atención en la media docena de visitas que le he realizado pero de momento quiero comentaros un detalle que sí me resultó curioso esta semana.
Ya casi era de noche, había llovido, y seguían paseando personas con sus perros o realizando deporte en el parque, ajenos a ese concepto de peligro que a veces tenemos en mente muchos de nosotros. El Central park de New York no es peligroso aunque esa misma semana se hubiera atacado a una joven en su interior. O al menos así lo perciben los neoyorquinos que no dejan de correr a todas las horas en que está abierto, practicando deporte casi con ansias.
Además de los llamadores de peligro que existen en diversos lugares, hay patrullas de policía en coches normales o pequeños, patrullando por su interior. Y el hecho de que esté encerrado en vallas y verjas que se pueden cerrar por las noches, también ayuda a que antes de atacar quien se le crucen los cables, sepa que se le puede atrapar con más facilidad que en un recinto abierto.
Sin duda hay lugares muy sombríos y calles mucho más utilizadas, y los deportistas neoyorkinos disfrutan de su parque en aquellos lugares más seguros. Pero debemos perder el miedo sobre aquellos conceptos que nos restan inútilmente libertad.