Parques nuevos en las ciudades viejas

Hablaba el otro día de los nuevos parques privados que vamos construyendo por las ciudades, y a los que llamamos Centros Comerciales. Parques 3.0, no para descansar sino para consumir. Pero parques en cuanto nos atrapan en nuestro tiempo libre, para llevarnos por calles donde nos ofrecen aquello que llegamos a creer que necesitamos. Ya no es césped o árboles, agua o el sonido de pájaros, sino colores y precios, servicios y entretenimiento.

Hay poco que añadir, excepto el ejemplo de que cada vez se parecen más a las calles abiertas de nuestras ciudades. Bancos para descansar incluso con cargadores para teléfonos móviles o tabletas. Lugares con wifi gratuito o zonas donde puedes disponer de los servicios que hasta ahora solo se podían comprar en la calle abierta. Loterías, pequeños juegos para los niños, fotomatones, máquinas de refrescos, pequeños espacios de teletiendas, cafeterías o pequeños comercios ambulantes.

El gran fracaso de estos nuevos parques es el del mantenimiento de la atracción hacia sus visitantes. La infelicidad de los clientes es brutal, excepto por los usuarios de la zona donde se asientan. Por eso los Grandes Centros Comerciales en las afueras de las ciudades deben ofrecer un valor añadido que nadie más desde la competencia pueda ofrecer.

Y por eso mismo su futuro depende de abrirse junto a donde están los clientes. En unos años solo tendrán sentido si saben vivir como Centros Comerciales de Barrio, de Distrito. Y adaptar su oferta variada y entretenida a los vecinos, como un parque de entretenimiento donde los vecinos vayan a pasear y a comprar desde la fidelidad.

Lo importante para un Centro Comercial no es que compres. Ellos lo saben muy bien. Lo importante es que vayas y entres. Los “pasajeros” que pasean son un activo a lograr. Si en un lugar de estos Centros Comerciales o Parques 3.0 hay mil personas paseando pero solo compran 100 clientes, es mucho más éxito de cada al futuro, que si solo tiene 200 personas en su interior  y compran 125 clientes. El que entra…, compra o no compra, pero crea la sensación de “vida” y eso ayuda a que los demás compren más y vuelvan en más ocasiones.