Cuando hablamos de calidad de vida urbana nos referimos siempre a un modo de vida lo más natural posible, dentro de las grandes ciudades. Y como ejemplo a copiar os ponemos el Central Park de New York. ¿Por qué motivo?
El precio del metro cuadrado de terreno en la isla de Manhattan de New York es brutal, y en medio nos encontramos con una extensión de terreno de 3,41 kilómetros cuadrados. Un rectángulo de 4 kilómetros en su lado largo y de 800 metros en su lado corto. Y nadie duda de que este parque tan inmenso debe seguir estando allí, en New York, por mucho que convertirlo en rascacielos sería un negocio brutal.
Pero además esta parque en el centro de la ciudad (primer acierto) contiene todos los elementos para dotarlo de gran calidad. Muchos caminos, un paisaje en relieve con grandes rocas, muchas zonas para descansar y para que los niños jueguen, una gran limpieza incluso más que en las calles, un gran lago y numerosas fuentes, esculturas y monumentos, un castillo, varios museos, animales sueltos de muy variado tipo, grandes zonas deportivas, una muy variada masa forestal con jardines de todo tipo, etc.
Un parque vallado y muy vigilado, con patrullas policiales constantes incluso de noche, y sobre todo con silencio dado su tamaño, que impide que traspasen los ruidos del tráfico de la Gran Manzana.
Tenemos el ejemplo del parque del Retiro de Madrid, para entender este concepto de calidad urbana. Y hay que trabajar más este tipo de servicios insustituibles, en todas las ciudades que se pueda. Como por ejemplo en Múnich y su Monopteroswiese o en Barcelona el parque de la Ciudadela.