Paseaba ayer por una zona muy céntrica de Zaragoza, pero de estos barrios que siendo céntricos no lo son en su totalidad sino acaso por una calle muy importante o principal. Hablamos por ejemplo de algunas zonas aledañas a la Gran Vía zaragozana.
El número de locales cerrados, de tiendas que han ido desapareciendo en pocos años es brutal. Si nos paseamos por la zona de Miguel Servet nos encontramos con un paisaje muy similar. Decenas de locales cerrados y con carteles para intentar darles nueva vida, y soledad y abandono junto a la suciedad del no uso.
El comercio ofrece seguridad pasiva a las ciudades; que en la calle haya comercios supone que haya personas y que haya luz y por ello más seguridad. Pero las nuevas formas de comercios han cerrado la tradicional y además y lo que es peor, la han dotado de un futuro inseguro que casi no existe. El comercio por internet ha dado la última puntilla tras la aparición de los Grandes Centros Comerciales lúdicos.
Se defienden mejor las empresas o locales de servicios, que se multiplican hasta arañarse entre ellos los posibles clientes. Los locales comerciales caen a borbotones.
¿Solución?
Casi ninguna excepto modificar en España algunas leyes urbanas para permitir que los locales con ciertas características que puedan convertir en viviendas bajas, al menos para dotar de vida ciertas zonas. Y para abaratar el precio de alquileres y venta de viviendas, por crecer en oferta.
Una calle de segunda línea no puede soportar eternamente locales vacíos que se tienden a convertir en espacios molestos. La solución de convertirlos en loft o en viviendas “diferentes” es la más lógica, hasta que encontremos otra distinta, según se vaya transformado el comercio global. O definitiva si lo que hoy nos parece ya imparable, la forma de comprar cambia definitivamente.