Vivir en una ciudad con mar es vivir si no el doblo, si una mitad más. El mar y sin poderlo explicar muy bien, es un plus de calidad en la vida urbana. Y acepto que no a todas las personas les sucede lo mismo.
Yo creo que podría ser ese contacto mental, casi espiritual, con la vida, con la inmensidad, con el agua como símbolo vital imprescindible.
Vivir cerca del mar es con sinceridad, un lujo. Y lo sé por experiencia perdida.
Así que si vosotros vivís cerca del mar, aprovecharlo por los que no podemos, y admitir que es un lujo aunque la costumbre haga que no lo estéis valorando como se merece.
Lo que vemos arriba es una tarde algo tormentosa en la plaza de la Malvaloca en Valencia.