Bjarke Ingels está de moda, lo cual es negativo

El arquitecto danés Bjarke Ingels está de moda, y siendo esto muy peligroso, sabe conciliar sus ideas y proyectos con el espíritu que le llevó a ser arquitecto y a creer que podría cambiar las ciudades, cambiando los edificios y sus usos.

Es un destacado exponente de la figura de arquitecto estrella contemporáneo, pero sabedor que eso no es ni tan siquiera bueno para lograr los objetivos de sus ideas. 

Veamos tres preguntas que se le han realizado en Pamplona, junto a una imagen del edificio “La Pirámide” de New York” realizado por Bjarke Ingels.

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¿Qué ocurrirá con las ciudades si las compañías poderosas no apuestan por ellas?
Entre los sesenta y los ochenta, muchos centros urbanos sufrieron el ­abandono de los ciudadanos: queríamos una casa con jardín. En las últimas décadas, los centros han vuelto a llenarse de gente. Resultado: alquileres impagables. Es casi imposible vivir en el centro de Londres o Copenhague. Eso hace que la idea de ciudad deba redefinirse.

¿Qué hace a una ciudad ser lo que es?
Los ciudadanos. Fíjese cómo determinados grupos de artistas se trasladan a vivir hacia barrios más económicos y esa concentración genera urbanidad. Cuando la gente llega a un lugar y se instala en él, dicha zona mejora, se desarrolla. El proceso de gentrificación se describe siempre como negativo, pero es también el motor para la redefinición de lo urbano.

¿Por qué debe reinventarse la arquitectura?
Necesitamos alternativas a la vivienda con jardín y al apartamento en la ciudad. Y nacerán de mezclar. Le Corbusier ya lo probó dedicando una de las plantas al comercio en edificios de apartamentos. La diversidad crea la posibilidad de la diferencia. Hay que aceptar lo distinto.