Podríamos preguntarnos, deberíamos preguntarnos, qué sucedería si cambiáramos una gran manzana de una ciudad grande, de ser un espacio lleno de cemento y sin nada de zonas verdes y árboles, a un modelo en donde primaran las zonas verdes y esa naturaleza urbana que somos capaces de entregarnos.
No es un modelo alternativo ni imposible, tampoco seríamos la primer ciudad de Europa, sabemos qué sucedería. Lo podemos observar en muchas otras ciudades.
Se iría llenando de comercios diferentes, de más paseantes y ciudadanos que acudirían en busca de lo diferente, a tomar conciencia de que rodeados de verde se puede ser más feliz.
Hay ejemplos en Barcelona. También en otras ciudades más pequeñas que saben vivir rodeadas de árboles como calidad de vida. Pero también en New York nos podemos encontrar enormes islas verdes. O en Londres, Berlín y Madrid.
El verde bien diseñado ayuda a poner en valor todo lo que queda bajo su paraguas, y eso lo saben bien los urbanistas. Y los promotores urbanísticos. No se trata solo de plantar árboles en las aceras, el modelo es bien diferente. Se trata de crear islas verdes, parques infantiles, zona de jardinería diseñada, zonas peatonales, y un modelo comercial diferente que aúne servicios para más zonas que la propia en donde se asienta el espacio urbano.
Es tan simple como crear espacios urbanos en diversas zonas, que siendo diferentes den servicio diferente también a toda la ciudad con su propia personalidad.