Hay dos detalles de esta fachada de la ciudad de Baza (Granada) que me gustaría resaltar por lo diferente a muchas otras fachadas europeas, y que en un caso casi se dan solo en la península ibérica. Por un lado las persianas amplias y desplegadas ante un posible día de sol y calor. Por otra parte el revestimiento de cerámicas, de trozos de cerámica más bien, para evitar que el sol penetre en la pared.
En las ciudades con mucho sol y calor toda lucha contra el enorme poder calorífico de un sol de verano a las cinco de la tarde es poca. Lo básico es pintar de blanco las fachadas para que el sol no quede absorbido y su calor entre en el edificio. El blanco es también el color de la ropa de muchas personas que viven en las zonas cercanas al desierto en África.
En Europa las persianas no existen, tampoco los visillos o las cortinas en las ventanas. En muchos países europeos la luz y más el sol es un activo que intentan recoger y meter dentro de las habitaciones. En España nos sobra luz y calor y las persianas de madera o de fibras vegetales son imprescindibles junto a las ya más modernas persianas de plástico.