Los parques urbanos son —con normalidad y casi siempre— unas zonas urbanas municipales para todos los ciudadanos de la localidad donde se asientan, también para sus visitantes, y sin duda para mejorar la calidad de vida de la propia ciudad.
Son pues como concepto, unos espacios públicos y no privados, que se mantienen con los impuestos de la ciudad, que hay que cuidarlos constantemente, adaptarlos a los cambios, admitiendo que al estar vivos necesitan el cuidado regular, pues tanto viven, crecen y se transforman, como mueren.
Y estos ciclos de vida urbana se suceden tanto en las individualidades de sus elementos, como el propio parque en sí mismo y en todos sus elementos.
Los parques son imprescindibles en todos los lugares donde se asientan y marcan uno de los parámetros de calidad de vida de las ciudades.
Hay parques de ciudad, parques de barrio o distrito, parques periféricos, parques de circunvalación, lineales y anillos verdes, hay parques verticales, parques temáticos, parques que parecen una plaza y plazas que se convierten en parques.
Un parque es un elemento de planificación urbana esencial para lograr la calidad de vida y servicio de los ciudadanos que están cerca. e incluso la Salud Pasiva, la Salud Comunitaria.
Y como un parque es siempre un elemento caro en toda ciudad, es también por eso una construcción que hay que realizar con mimo y cuidado, atendiendo a las características de la ciudad sobre la que se asienta, a las necesidades de los ciudadanos que están alrededor de la zona donde se construye.
Hay que intentar que tenga su propia personalidad, que sea original, se sustente y sea sostenible su cuidado, y que contenga un mobiliario urbano variado y compuesto por todos los elementos necesarios en un parque en atención a su tamaño y situación.
Y cuando hablamos de mobiliario urbano en un parque no estamos hablando de bancos y papeleras, sino de muchisimo más, como sin duda son las fuentes, obras de arte, zonas de juegos infantiles y de mayores, rocas, zonas de deporte o pequeñas instalaciones para el descanso y el ocio, bares o servicios de WC.
Un parque —como iremos viendo— se compone de múltiples servicios y nunca debe ser un almacén de elementos naturales que viven por sí solos, sin arreglos, cuidados, mimos y constantes planificaciones.
No basta con la limpieza, siendo este el error más común en el mantenimiento de los parques. Se necesita mucho más que realizar una constante limpieza y lo saben los poderes públicos, como saben que es caro comportarse con los parques como se debería.
Es un lujo inaugurarlos, y un gran coste su constante mantenimiento. Por eso hay que valorar mucho y muy bien dónde, cómo y qué se debe actuar sobre un espacio público que se diseña como parque.
Por ejemplo, a la hora de elegir el tipo de árboles, la colocación de los bancos o el mantenimiento del césped sin olvidarnos que hay bastantes tipos de hierba y en cada ciudad encaja mejor uno u otro.
Hay que hablar más y mucho de los parques, cercanos o lejanos, grandes y espléndidos ejemplos, pequeños y penosos. Hay que sacar conclusiones e ideas, y sobre todo hay que intentar divertirnos visitándolos o si no es posible, interesándonos por ellos desde la distancia.