El Museo Reina Sofía planteó una exposición muy curiosa de la que os entresaco algunos textos. Era sobre arquitectura, urbanismo, dudas, nuevas ideas, reconocimientos de nuestros problemas y nuestras inquietudes, pero también de nuestras propias formas de frenarnos ante los cambios.
En nuestra visión contemporánea, nadie cree en el radiante futuro de la revolución y el progreso. La gente —decía un panel— quiere vivir el momento, aquí y ahora. Quiere sentirse siempre joven y no preocuparse por las ideas de forjar al hombre del mañana. Y nos explicaba algunas pinceladas del futuro que iba transcurriendo por los barrios de ciudades norteamericanas que se iban renovando, para mal o para bien.
En países donde la vivienda es un lugar muy temporal, donde se alquila o se desalquila con facilidad, los cambios en los barrios son muy rápidos. Si algo no funciona con arreglo a lo que desean los vecinos, se cambian de lugar y otros grupos sociales van ocupando esos espacios. En España esto no sucede y los problemas son muy diferentes y a veces mucho más graves en barrios que se van convirtiendo poco a poco en zonas de calidad diferente a la que tenían en un principio.