Cercanía, convivencia leve, intimidad

Cuando hablábamos aquí de la intimidad de las aceras en las ciudades, de ese concepto sociológico de intimidad urbana, de relación entre convecinos y que se da en la calle, saludando y comunicando asuntos personales…, dejamos sin terminar de explicar la realidad de este concepto.

Dejamos fuera lo que podríamos llamar “cercanía” o “convivencia leve”. Es cierto que en algunos barrios se da esa relación especial entre personas que realmente no se conocen pero se saludan. Nadie ha estado nunca en la casa del otro. Y nunca estarán. La intimidad de las aceras, termina en las aceras. Incluso hay que advertir que creemos peligroso llegar a más, y que se intenta evitar por todas las partes.

Es una relación pequeña, suficiente para crear sensación de seguridad en las calles, pero nada más que eso. En pocas ocasiones las personas que se saludan por las aceras, quieren llegar a tener más relación, y muchas veces quien lo intenta se ve desplazado del saludo anterior. Curiosa forma de lograr ir a más que se convierte en ir a menos.

La intimidad real, la de la cueva, es de un valor inmenso que en las ciudades no se quiere perder. Y la cercanía excesiva acaba con ella. Por eso se evita la cercanía real, la convivencia aunque sea leve. Y si hay que crear por algún motivo esa convivencia leve, por ejemplo la de tomar café por las mañanas, se prefiere elegir para esos núcleos a personas que NO estén cerca. Se evita la cercanía para aumentar la convivencia leve.

Curiosa forma de crear sociedad, pero prima en muchos casos la intimidad de la cueva. Por eso con los vecinos de escalera, a diferencia de lo que sucedía hace unas décadas, la relación de cercanía, en estos tiempos, no existe apenas. Es un método de autodefensa para lo que pudiera pasar, aunque nunca vaya a pasar nada. Amabilidad en su justa medida y si nos pasamos…, viene la desafección, la lejanía en un tiempo, para evitar la leve convivencia.

Antes de talar árboles, hay otras soluciones


En algunas ciudades los árboles que tienen el peligro de caer con el viento, dado su tamaño y forma creada por su propio desarrollo que no hemos sabido controlar, literalmente se talan para evitar males mayores. Cuanto más grandes son, más peligro representan y antes se talan sin más miramientos. Pero hay otras soluciones no tan drásticas.

En Madrid, en concreto esta imagen es del Parque del Oeste, a los ejemplares de árboles que se consideran importantes por su edad o desarrollo, se les coloca unos tirantes de goma gruesa, negra, para crear entre las ramas una red de sistema muy disimulado que los sujeta entre ellos. Unas ramas sujetan a las otras y entre todas crean un sistema de defensa contra las caídas accidentales.

Siguen cumpiendo su función de sombra, de paisaje, de relleno de zonas pues suelen ser árboles de gran porte, y casi no se nota el sistema de apoyo par que no puedan producir problemas a los viandantes. Y estoy seguro que a la larga es más barato este sistema que talarlos y no poder plantar un nuevo ejemplar hasta pasados excesivos años.

Teoría de las Ciudades Jardín de hace un siglo

Hablábamos aquí y en una anterior entrada de las ciudades jardín poniendo el ejemplo del barrio de La Jota en Zaragoza, barrios creados en España en los años de la reindustrialización, del crecimiento de las ciudades a través de la inmigración de trabajadores hacia las grandes fábricas que se iban formando en las afueras de las grandes ciudades.

El concepto teórico de estos nuevos barrios o incluso de ciudades que crecían por este efecto industrial, nace a finales del siglo XIX y principios del XX sobre todo en Reino Unido, que necesita crear —y digo bien: crear— masas de trabajadores para las nuevas empresas de las grandes ciudades para tener mano de obra abundante y así ser también más barata, y dotarlos de barrios nuevos para asentarlos en su emigración desde las zonas rurales. 

Los urbanistas de aquellos años, sabedores que traían a personas desde zonas rurales, diseñaron barrios que de alguna manera estuvieran teóricamente cerca del campo, rodeados de zonas verdes y terrenos de labor, que mezclados con y entre las fábricas, les facilitan la aclimatación. Brutalmente parece, contado así, una forma animal de adiestramiento dirigido.

Ebenezer Howard entre otros urbanistas ingleses, diseñaron esos barrios y de aquellos planos bebieron durante muchos años casi todos los urbanistas que aprendieron con sus libros, sus ideas y sus planteamientos. Era crear ciudades amables que hicieran más sencilla la adaptación a la ciudad de las personas que venían del mundo rural.

Ciudades circulares, que iban creciendo hacia las afueras, hacia los arrabales, pero distribuyendo los espacios de una forma totalmente dirigida para simplificar la vida de las personas. Parques centrales, grandes avenidas verdes que se alternaban con calles más estrechas. Servicios comunes y públicos colocados en el centro de las ciudades, y aquellos que fueran de uso diario colocados entre las calles, como podría ser las escuelas o la iglesia.

Las fábricas se colocaban fuera del barrio, pero no muy lejos para evitar grandes desplazamientos —los obreros no tenían derecho económico a tener coche— , y el tamaño diseñado para estos barrios debía ser de entre 30.000 a 50.000 vecinos por barrio, con un centro urbano diferente como contenedor de todos los servicios públicos importantes y las viviendas de la clase media, que debía tener un tamaño de entre 50.000 y 100.000 habitantes. Este diseño de ciudad nos llevaba a un total de habitantes en la ciudad de entre 200.000 y 400.000 personas.

Las comunicaciones entre barrios se hacían con trenes de Cercanías, mientras que la comunicación de cada barrio con su ciudad de referencia se haría por tranvías o metros. Ahora, un siglo después, con autobuses. Por fuera de estos barrios seguían existiendo las tierras de labor, las ganaderías y las zonas verdes naturales, los ríos y las zonas para pescar y disfrutar de la naturaleza virgen.

Más de un siglo después de estas ideas…: ¿Hemos cambiado mucho el diseño de las ciudades y los barrios?

Micro urbanismo en los pueblos de España

Hoy vamos a comentar algo del microurbanismo más pequeño en las zonas más pequeñas. Esta hermosa flor, provocativa sin duda por su color, estaba en una calle del pueblo de Ainsa en Huesca. En muchas zonas rurales, en pequeños pueblos de pocos habitantes —Ainsa con sus 2.200 habitantes ya no es de esos— desean tener en la calle bellas flores y macetas, jardineras con pequeños jardines, para alegrar la calle y la entrada a su vivienda.

Ese microurbanismo en pequeña escala, es voluntario y se busca para el propio disfrute. Pueden ser zonas turísticas como Ainsa pero también en aldeas tan pequeñas como Soto de San Esteban en Soria —100 habitantes— o en miles y miles de pequeños pueblos repartidos por toda España al menos.

Tan simple como que se desea poner color, arte natural, vida, pequeñas islas casi imposibles, en la entrada de las casas. Para asombrar a sus propios vecinos, es cierto, pero también para agradarse ellos mismos. El micro urbanismo propio nos indica que todos necesitamos estar rodeados de belleza natural, y de un entorno agradable. Tomemos buena nota en las ciudades.

Ciudades Jardín. Compactadas o disgregadas

Cuando se habla de Ciudad Jardín, hay muchas formas de diseño: urbanas o periurbanas, compactadas o muy disgregadas. Os dejo arriba una imagen de una Ciudad Jardín compactada y en el casi centro urbano de una gran ciudad, en este caso Zaragoza y su barrio de La Jota, como ejemplo más cercano a nosotros de Ciudad Jardín humanizada, compactada y urbana.

En los países anglosajones es más común encontrarnos con ciudades jardín disgregadas, muy separadas una vivienda de otra, alejados los barrios de los centros urbanos, incluso separados de estos por cinturones industriales. Os dejo abajo dos imágenes de diferentes barrios de la ciudad de Birmingham, localidad del Reino Unido de un tamaño en cuanto a población, pàrecido a Zaragoza. El concepto de servicios en estos barrios es muy diferente. 

En la imagen superior vemos el centro de un barrio Ciudad Jardín, donde se agrupan los servicios públicos y privados, y en la inferior una calle cualquiera donde abundan las zonas verdes públicas, salpicadas de algún edificio público muchas veces colegios o iglesias, y rodeados de viviendas unifamiliares grandes y con bastante más zona verde por vivienda que en el urbanismo del sur de Europa.

La diferencia a favor del sistema del sur de Europa es que estos barrios disponen de más cercanía para tener servicios comunes, sean privados o públicos, mientras que la ventaja en los casos del norte de Europa o los EEUU, es que aunque los servicios están a más distancia y muchas veces agrupados en una sola calle que hace de foco de atracción comercial, el espacio verde y natural que rodea las edificaciones es mucho mayor.

La intimidad urbana, la intimidad de las aceras

Entre los procesos sociales complejos de explicar existe lo que podríamos llamar “intimidad urbana” o intimidad entre las personas que se ven por las aceras de determinados barrios, que nada tiene que ver con esa intimidad curiosamente considerada más común pero menos habitual, que se da entre familiares y amigos. La intimidad urbana es la que se da entre personas que se saludan en las aceras, que se conocen y se van conociendo cada vez más, que nunca han estado en la casa de cada uno, pero que se preguntan por la salud de su padre, el nuevo trabajo del hijo, los análisis de su artrosis o un consejo sobre cualquier otro motivo.

¿Cuantos conocidos tenemos en un barrio de estas características? ¿qué tipo de cuestiones llegamos a saber de ellos, logramos hablar con ellos, en muchos casos más íntimas que con muchos familiares? Puede parecer que no es así, pero sociológicamente sabemos que sí es así. Sabemos si lo están pasando mal, si tienen un problema o una dificultada económica, si son ayudados o no por su propia familia, si necesitan un empuje o un consejo.

Este tejido social que se va conociendo del roce, de actividades de barrio, reuniones locales, de calle o de servicios, es sumamente importante para el buen funcionamiento social de los barrios. Se da sólo en algunos de ellos dentro de las grandes ciudades, es complicado de lograr, no se sabe bien lo que motiva a que estas actitudes sociales se multipliquen aunque sin duda ver a las personas hablar en las aceras funciona muy bien pues es contagioso, y tener actividades de barrio también. No es ser alcahuete, que eso es otro asunto totalmente diferente.

Esa intimidad urbana ayuda a mantener la seguridad urbana de una forma excelente. Casi nada de lo que sucede en el barrio, en las calles de su influencia, pasa desapercibido. Y si no pasa desapercibido, difícilmente sucede y se multiplica sin control. Y además logra que las aceras, las calles, la ciudad sean más amables, más humanas, más compartidas.

El simple saludo es el primer paso. Si te saludan por la calle, sabes sin decirlo que en caso de que te pasa algo, alguien te verá y te ayudará. Si caes al suelo, enfermo o por accidente, en algunas calles nadie se acercará a ver qué sucede. Seas un conocido o un desconocido. Pero en estas calles, en estos barrios, si alguien cae, sea conocido o desconocido, alguien acude a su ayuda, pues quien decide ayudar se siente arropado por muchos otros vecinos.

Hay calles donde el que pide limosna o vende ajos es conocido, el barrendero y el cartero es muy conocido. Se le ayudará o no, pero se le conoce pues forma parte de la vida del barrio. Si llega una persona nueva a pedir a una esquina o a vender fruta, a las pocas fechas se le conocerá, y si cambia cada día se sabrá. Y se tomarán medidas de observación, de control pasivo, de revisión, de decisión silenciosa muchas veces. ¿Es suficiente? Pues sin duda es necesario y en muchos casos sí es suficiente. No es un sistema de control Gran Hermano, es un sistema de autodefensa y de relación social. Donde no hay intimidad urbana, hay cámaras de seguridad para vigilarnos a todos.

Zonas verdes mal cuidadas en San Jose de Zaragoza

Hoy Heraldo de Aragón recogía la queja vecinal del barrio de San José de Zaragoza, por el mal cuidado de sus zonas verdes. Una repetición en muchas zonas de toda la ciudad, que no siempre se sustenta en la situación económica municipal, sino en el mal trabajo de las empresas contratadas y que no cumplen con la calidad en su trabajo.

Césped descuidado y con grandes calvas muy mal resueltas —y si tienen dudas en la empresa que hace la contrata para el Ayuntamiento de Zaragoza, que pregunten cómo las resuelven en Madrid la empresa Acciona— bancos y farolas en mal estado, fuentes cerradas o caminos sin acondicionar. Falta mantenimiento incluso básico en materia de vegetación, infraestructuras y accesos de estos entornos naturales.
               
La explicación que desde el Ayuntamiento dan a esta situación la explican en “el abandono que ha imperado durante mucho tiempo en esas áreas”. Así, para el presidente del colectivo, Nacho Lasmarías, no ha sido tanto un problema de un grupo político u otro, sino que “ha existido una falta de seriedad por parte de FCC Parques y Jardines, que ha sumado años de dejadez en tareas como la limpieza, el riego…, pudiendo deberse esto a que no hay personal suficiente”. Se nos debe olvidar que en este país tenemos un índice de desempleo inmenso.

En el capítulo de reclamaciones, el Jardín de la Memoria centra gran parte de las quejas, y su rehabilitación es incluso urgente. Nacho Lasmarías comenta entre las medidas necesarias la de replantar árboles y césped, limpiar las pintadas y grafitis, y adecuar las orillas de la acequia donde la vegetación crece descontrolada. “Prácticamente no funciona ninguna de las fuentes de agua potable, el estanque necesita una limpieza y que se repare su sistema de iluminación, hay que repasar las marcas de la pista deportiva y uniformar las tulipas de las farolas, por ejemplo”, ahonda el representante, quien defiende que si el estado de este lugar fuese mejor, sería más frecuentado por los vecinos.

El parque más extenso del barrio de San José de Zaragoza, el de La Granja, es “el que en peores condiciones está” en opinión del presidente de la asociación de vecinos de San José. Además de las pintadas, la suciedad y las deficiencias en las zonas ajardinadas, los elementos ornamentales están muy deteriorados.

Longares. Urbanismo circular como método de defensa

El diseño de las ciudades guarda en muchas ocasiones unos trazados muy antiguos, históricos, creados para la defensa o basados en costumbres sociales que vistos desde las nuevas civilizaciones resultan curiosas y complejas de entender.

La localidad de Longares, muy cerca de Zaragoza, conserva un trazado circular casi perfecto, de calles estrechas y sinuosas, callejones que no se terminan de comunicar, encerradas todas ellas en una calle más ancha que servía de amurallamiento exterior de la ciudad, creada para su mejor defensa. 

Las traseras de los edificios servían de muralla, y así se permitía tener pocas puertas de acceso al interior que además eran fácilmente cerradas.

Adentrarse en un ataque bélico por estas calles para conquistar la ciudad, podría ser en tiempos de infantería, una labor casi imposible. 

Solo cabía un Sitio a la ciudad desde fuera, lento, que acabara por agotamiento y enfermedades con los sitiados, si no existía artillería o caballería en condiciones. 

Y si vemos también la indicación del edificio religioso, vemos que todo gira alrededor de la mezquita o de la iglesia, como núcleo central que hay que proteger más detenidamente.

Todo esto sumado al tipo de ciudad árabe que buscaba el aprovechamiento total de las zonas públicas para usos privados de crecimiento de los edificios, con patios interiores y casi nulas ventanas exteriores, podían convertir en aquellos siglos a las ciudades, en ratoneras para los forasteros que acudieran con malas intenciones.

Nota.: Imágenes de Google Earth

Parques nuevos en las ciudades viejas

Hablaba el otro día de los nuevos parques privados que vamos construyendo por las ciudades, y a los que llamamos Centros Comerciales. Parques 3.0, no para descansar sino para consumir. Pero parques en cuanto nos atrapan en nuestro tiempo libre, para llevarnos por calles donde nos ofrecen aquello que llegamos a creer que necesitamos. Ya no es césped o árboles, agua o el sonido de pájaros, sino colores y precios, servicios y entretenimiento.

Hay poco que añadir, excepto el ejemplo de que cada vez se parecen más a las calles abiertas de nuestras ciudades. Bancos para descansar incluso con cargadores para teléfonos móviles o tabletas. Lugares con wifi gratuito o zonas donde puedes disponer de los servicios que hasta ahora solo se podían comprar en la calle abierta. Loterías, pequeños juegos para los niños, fotomatones, máquinas de refrescos, pequeños espacios de teletiendas, cafeterías o pequeños comercios ambulantes.

El gran fracaso de estos nuevos parques es el del mantenimiento de la atracción hacia sus visitantes. La infelicidad de los clientes es brutal, excepto por los usuarios de la zona donde se asientan. Por eso los Grandes Centros Comerciales en las afueras de las ciudades deben ofrecer un valor añadido que nadie más desde la competencia pueda ofrecer.

Y por eso mismo su futuro depende de abrirse junto a donde están los clientes. En unos años solo tendrán sentido si saben vivir como Centros Comerciales de Barrio, de Distrito. Y adaptar su oferta variada y entretenida a los vecinos, como un parque de entretenimiento donde los vecinos vayan a pasear y a comprar desde la fidelidad.

Lo importante para un Centro Comercial no es que compres. Ellos lo saben muy bien. Lo importante es que vayas y entres. Los “pasajeros” que pasean son un activo a lograr. Si en un lugar de estos Centros Comerciales o Parques 3.0 hay mil personas paseando pero solo compran 100 clientes, es mucho más éxito de cada al futuro, que si solo tiene 200 personas en su interior  y compran 125 clientes. El que entra…, compra o no compra, pero crea la sensación de “vida” y eso ayuda a que los demás compren más y vuelvan en más ocasiones.

Parque de la Sedetania, Zaragoza, Delicias

El Parque de la Sedetania en el barrio Delicias de Zaragoza es un ejemplo de parque de barrio, nuevo y rodeado de los edificios de su zona de influencia, que sobre todo presta un servicio perfecto a los ciudadanos de su zona por la cercanía de las zonas verdes a los patios de entrada a los edificios. 

No hay calles que separe el parque de “las cuevas” de los vecinos, lo que ofrece una sensaciçon de naturaleza más acrecentada.

La entrada al parque no puede ser más triste y equivocada, con un cartel totalmente destrozado, escondiendo en realidad un parque bien cuidado, con muchos servicios para todas las edades, con agua en numerosos fuentes ornamentales, grandes bancos de diseño y zonas de sombra.

El diseño del parque está realizado siguiendo las nuevas formas de entender las zonas verdes de barrio como lugares plurales de paisajes, mezclando zonas de descanso en praderas de césped, con zonas de árboles de diferentes clases, paseos con fuentes planas, o incluso zonas para reunirse más personas a conversar o a estar juntos haciendo lo que les plazca.

Juegos infantiles bien construidos y cuidados y zonas de gimnasia para adultos y tercera edad, en cantidad suficiente como para hacer pequeños circuitos adaptados. Pistas de petanca y mesas para poder jugar a juegos de mesa. Una pequeña pista de patinaje y alguna construcción escultórica no siempre bien conservada por un cuidado inferior al necesario.

En la mitad del parque, al lado de la Vía Hispanidad (la calle más importante de la zona), se encuentra una escultura de hierro con pie de hormigón, que representa la figura de un velero con la Virgen del Pilar de mascarón de proa, y a ambos lados la decoran relieves precolombinos con figuras y jeroglíficos. Esta escultura no la he fotografiado pues no está la zona de cemento en condiciones de mostrarse en estos momentos, llena de pintadas y en mal estado de conservación.


El parque recibe el nombre de la comarca en que se crearon los asentamientos de Salduduie-Caesaraugusta, pueblos íberos del siglo III a.C situado en el valle medio del Ebro que fundaron la actual Zaragoza.

En total son unos 47.000 metros cuadrados de zona verde irregular, que envuelven a tres grandes zonas de edificios de gran altura que quedan integrados dentro del parque.


El ojo que todo lo ve en la calle, eres tú

Determinar por qué motivos hay violencia en las calles de las ciudades no es un asunto fácil ni cerrado. Debemos recurrir a la sociología y fijarnos en una serie de conceptos nada fáciles de detectar y de ampliar. No hay más seguridad porque haya más policías. Hay más seguridad porque hay menos personas que desean delinquir, que es muy diferente. Y porque hay más personas observando la calle desde la calle.

Aunque podamos pensar lo contrario, no hay más delitos en las calles de los barrios que en los centros de las ciudades, y eso depende además de por la expectativa del tamaño del éxito de los “malos”, por el vaciamiento de ciertas zonas del centro de las ciudades que sufren un decaimiento de su actividad como barrios o como pueblos cerrados y conocidos entre los habitantes.

En las calles de los barrios consolidados (casi) siempre hay personas por la calles. Personas conocidas mezcladas entre las personas desconocidas. Las personas expulsan a los delincuentes con su simple presencia pasiva. Incluso los vecinos que están asomados a las ventanas, que se conocen y se miran o se paran a conversar con otros, dan sensación de que se conocen con todos, y sin darse cuenta ahuyentan a los “malos”. Incluso los “malos” viven en barrios donde no quieren inseguridad, donde participan de su seguridad pasiva.

Para ello los comercios de proximidad, las tiendas de barrio, los bares y los servicios públicos abiertos, incluso los bancos para descansar, ayudan y mucho a esa seguridad pasiva muy efectiva. El delincuente quiere realizar su labor y no tener problemas…, y no ser visto y señalado. El malo quiere seguir siendo malo…, mañana otra vez.

La seguridad pasiva de las calles principales de los barrios con comercios, se extiende a las calles secundarias, pues en caso de huir tienen que pasar por las calles principales. Y el malo si tiene que elegir zonas, siempre elige sobre la que pueda huir con facilidad.

La limpieza y la sensación de cuidado, ayuda y mucho a que las calles estén seguras. La teoría de “las ventanas rotas” explica desde hace décadas este proceso. Nunca hay que permitir que en un barrio haya pintadas descontroladas, ventanas rotas, edificios con sensación de abandono, zonas con basuras, pues éstas atraen sin dudar a los delincuentes, que se creen que aquellos espacios no tienen quien los cuide. Creen que nadie los observa.

Cuando en los barrios falla el sistema pasivo de seguridad, basado en las personas sobre la calle, se tiene que recurrir —hasta que inventemos otra cosa— a las cámaras de seguridad por las calles. En algunas ciudades del Reino Unido resultan sorprendentes por su número, incluidas dentro de los servicios públicos como en los autobuses urbanos, donde hay hasta tres cámaras en diferentes puntos dentro de cada uno de ellos.

Lo más eficaz para estar seguro es sentirse seguro. Estar en la calle y pasear, creen en el saludo a los vecinos y comprar en tu propio barrio para crear tejido social. A veces tener un determinado local comercial o de ocio, representa un seguro contra la delincuencia, por el gran número de personas forasteras que atrae, aunque la sensación de los vecinos sea otra bien distinta.

Ventajas de ir a 30 km hora en las ciudades

Poner en las calles de las ciudades la velocidad máxima de 30 kilómetros por hora no es una decisión vacía. No solo busca ciudades más amables con los niños, los ancianos y los adultos, sino que se basa en estudios de tráfico que indican sus beneficios para todxs.

Cualquier sistema de transporte tiene que ofrecer garantías de beneficios para todos los ciudadanos. Y por ello van surgiendo Redes de Ciudades que Caminan, como alternativa al desaforado aumento, ya frenado, del vehículo privado como elemento de tráfico excesivo.

A 30 km/hora, un peatón que sufre un atropello tiene un 90% más de posibilidades de sobrevivir que si hubiera sido atropellado a 50 km/hora.

A 30 km/hora el ruido de las calles se reduce en unos 3 decibelios y la calidad del aire por menos contaminación mejora con datos medibles.

A 30 km/hora hay menos atascos y curiosamente se pierde muy poco tiempo en trayectos urbanos de media distancia al evitarse estos. El flujo del tráfico es mucho más constante entre los diversos puntos de la ciudad, se evitan puntos negros y zonas de tráfico lento y es más cómodo viajar dentro del vehículo propio.

A 30 km/hora la sensación de que el vehículo privado es mucho más rápido que el transporte público disminuye y por ello se utilizan más estos últimos, restando tráfico privado, lo que facilita una velocidad más constante.

Replantar calvas de césped. Zaragoza y Madrid

En todas las zonas verdes, jardines o parques, tienden a salir calvas en las praderas de hierba. Por diversos motivos pero sobre todo por el intensivo uso de los ciudadanos o por encharcamiento de agua. Al final estas zonas se quedan peladas de hierba y con una tierra muy pobre de nutrientes y excesivamente compactada.

En Zaragoza, por los parques de los barrios del Distrito Rabal al menos, se emplea una máquina que traza unos mini surcos en horizontal y vertical dejando a la vez plantada la nueva semilla en hileras. A veces estas nuevas zonas se encintan y otras veces no. El resultado final es muy incierto por no decir directamente un fracaso. La hierba nueva nace pero con pocas posibilidades de enraizar y de sujetarse bien, pues el sustrato es muy pobre.

Pero no todas las empresas emplean este sistema. La empresa Acciona en Madrid utiliza un sistema mucho más eficaz, con mucho más éxito y tan solo un poco más complejo que el de Zaragoza.

Ellos receban picando ligeramente la zona donde ha dejado de crecer el césped, con tierra vegetal rica y nueva. Encima de este tratamiento sencillo ponen la semilla y cubriendo todo un abono negro especial para este crecimiento de césped en zonas de tierra pobre. Y luego efectivamente, encintan para que nadie pise hasta que la semilla ha nacido y ha tomado algo de cuerpo.

Las diferencias se ven a simple vista. En Zaragoza mientras nace el césped nada cubre la zona de la nueva plantación y se observa como va naciendo la semilla en líneas rectas. En Madrid estas zonas permanecen tapadas del abono NEGRO hasta que poco a poco se va disolviendo entre la nueva hierba y la tierra inferior y asentada. Los tratamientos se diferencian para los neófitos por el color. Y los resultados se ven a las pocas semanas. 
 
Por cierto ¿Se valora que a veces en según qué tipos de tierra y de zonas verdes, es más eficaz plantar trébol que césped en cualquiera de sus variantes?

Parques en pendiente, lluvia y soluciones para charcos

En los parques en relieve, los que se han construido sobre pequeños montículos dentro de las ciudades, aprovechando relieves naturales para darles forma, si además como es lógico, los caminos son de tierra compactada, surge un problema que se repite en todos ellos. Cuando llueve se forman grandes zonas de charcos que tardan muchos días en desaparecer, al recogerse el agua en las zonas con menos pendiente de los caminos. En la imagen de arriba vemos el hueco de erosión formado por el agua, que no pasa a la siguiente pendiente.

Estas imágenes están tomadas en el Parque del Oeste de Madrid. Esta de arriba engaña pues da la sensación de que la pendiente viene hacia nosotros, cuando en realidad es al reves y además con unos grados mayores a otros y por eso los adoquines están ligeramente más elevados que en otras zonas, al tener que recoger más agua.

Casi todos los caminos tienen una pendiente suave que da problema incluso a veces al regar. Pero han creado estas pequeñas defensas que cortan los caminos con adoquines, levantando levemente y en forma de escalón el terreno, formando una especie de diminuta presa, que lleva el agua hacia los lados del camino sin que siga discurriendo por el camino, sumándose a más y más agua, hasta encontrar una zona plana donde formaría grandes charcos.

Es una solución muy sencilla, eficaz incluso en pendientes un poco más elevadas, pues sirve para distribuir el agua, controlandola hacia los lados del césped. Pequeñas ideas para interesantes soluciones que logran unos parques más limpios y transitables.

Nuevos modelos de juegos infantiles en plazas y parques

Los clásicos juegos infantiles de madera y castillos rígidos, columpios y toboganes, ya se han pasado de moda, ante la avalancha de construcciones mucho más sofisticadas de las nuevas instalaciones, donde prima la sorpresa, el multijuego, el variado uso de los elementos que ocupan el mismo espacio que antes pero permiten decenas de posibilidades diferentes para los niños. 

Es el usuario de pequeña edad quien elige el tipo de juego que quiere hacer, dentro de un gran número de posibilidades con unos montajes de sirgas, cuerdas, elementos de juego que permiten muchas posibilidades. Siempre que se pueda, en un espacio cerrado o ligeramente vallado y con zonas de descanso para los padres, y así completar seguridad y una cierta relajación. Todo sobre suelo blando y con elementos siempre sin esquinas.

15 barrios mundiales que debemos conocer antes de morir

El suplemento de El País para viajes y lugares por donde perderse buscando el ocio u otros mundos llamado El Viajero, nos presentó en 2016 un total de 15 barrios del mundo que deberíamos conocer. El mundo de los barrios es más interesante que el mundo de las ciudades, si ellos mismos han sabido conservar su personalidad, no se han dejado arrastrar por las modas y los cambios y siguen teniendo su propia personalidad.

Barrio Gótico de Barcelona
Hay muchas ciudades donde no existen barrios diferenciados del conjunto de su propia ciudad y eso deja a la localidad como huérfana de algo fundamental, pues se ha perdido su historia y sus diversas formas de ser. 

Cuando en Zaragoza se defendió profundamente al Tubo, o cuando todavía se añora la Torrenueva y su calle de comercios pequeños, simplemente se está trabajando sobre un urbanismo diferenciador e histórico, que se debe conservar y cuidar, cuando no mimar. El barrio Gótico y las Ramblas de Barcelona sería el ejemplo más cercano de bloque urbano sin el que la ciudad no se entendería ihual.

Veamos qué nos propone El Viajero sobre barrios fuera de nuestra España, y añadamos los motivos de cada barrio para estar en la lista.

El barrio de la Medina de la ciudad de Fez en Marruecos. Fès el-Bali son 9.400 calles árabes donde vuelas al siglo X. Un lugar para perderse en el tiempo. Para pasear con calma, mirando, fotografiando detalles y personas y oler.

La plaza de Djemaa el-Fna de la ciudad de Marraquech. Esta plaza es el centro del turista que busca como en Fez volver diez siglos hacia atrás. Es la entrada al zoco, el lugar donde uno se puede encontrar de todo, incluida una seguridad más que suficiente, para disfrutar. Al igual que el anterior, hay que ir despacio y mirar mucho.

El barrio Antiguo de Hanoi en Vietnam. Como en los dos anteriores casos, son barrios comerciales, típicos y antiguos, donde se compra y vende, se come y se bebe, se pasea lleno de contrastes franceses, vietnamitas, con olores que inundan todo.

La Habana Vieja en Cuba es de esos barrios que hay que visitar con urgencia, no vayan a cambiarla en cuanto entre el capitalismo con sus burgers. Ver a sus personas en el Malecón y disfrutar de lo que era y sigue siendo.

El barrio de Gamla Stan en un barrio céntrico de Estocolmo, y podría servir de ejemplo el de decenas de ciudades europeas, con plazas del medioevo llenas de edificios hermosos, museos, tiendas típicas y grandes espacios a los que llegan calles estrechas.

El barrio céntrico de la ciudad de Tallín en Estonia es como retroceder unos 500 años dentro de la historia de esa Europa que más nos parece un cuento de hadas que una ciudad real.

El barrio de Bryggen en la ciudad noruega de Bergen hay que visitarlo en el invierno crudo de la nieve y el hielo, para verle el encanto de los artistas y las casas recogidas.

El barrio de Gion en el Kioto japonés es de esos lugares que aparentan estar vacíos y cerrados, y en los que hay que pasear acompañado de un local, para descubrir los locales que aparentan estar cerrados.

El barrio de Ribeira en el Oporto ibérico es el típico lugar junto al agua del Duero, donde uno se pregunta si aquellas aguas, antes, han pasado de verdad por Soria. Lugar para disfrutar de buenos vinos.

La ciudad vieja de Quebec en Canadá es curiosamente una ciudad amurallada en el norte de América. Parece Europa, pero es América.

El barrio de El Bund en Shanghái dentro de la China que tanto sorprende a todos, nos muestra esa China que está renaciendo desde dentro del capitalismo abrazado sin dejar el comunismo de lado. Curiosa forma de crear la Tercera Vía.

El barrio de la Vieja Delhi en India vuelve a llenarnos de olores, colores y si nos acercamos, de sabores especiales y desconocidos. Callejas, bazares, tiendas diminutas, un mundo totalmente diferente.

La Ciudad Vieja de Rodas en Grecia es otro barrio medieval en la Europa vieja, donde hay que pasear tranquilamente en busca de sabores griegos en la comida pero también en la bebida.

Por último debemos recordar el barrio de la Alfama en Lisboa como un lugar perdido en el tiempo, donde de momento todavía es mejor ir dos parejas si uno quiere adentrarse por sus callejas, y saborear sus bares y sus fados para los amigos.