Patio andaluz en Granada |
En España bebemos mucho de los siglos en los que los árabes estuvieron entre nosotros. Lo llevamos en la sangre todavía, aunque vivamos en el norte. La forma que tenían de crearse tranquilidad es un ejemplo de aprovechamiento de sus posibilidades, que no siempre eran muchas.
Los jardines árabes siempre se mueven sobre unos pocos parámetros repetitivos, pues funcionan muy bien. Lugares o patios cerrados en el interior de sus casas, sin el barullo de la calle. Con el agua como elemento de refrigeración para crear micro clima pero también para que sonara como música tranquilizadora. Y aromas, muchos aromas y colores a través de flores que fueran capaces de crear contrastes, de modificar lo estático que pueden ser el ladrillo, las cerámicas, las fuentes y los setos.
Había un elemento curioso al que no siempre prestamos atención, pues ahora ya no lo empleamos tanto. Los largos pasillos de cerámica o tierra, para simplemente pasear en pocas distancias, en pocos espacios, como contrapunto al banco o la cadiera para sentarse. Era una forma de hacer ejercicio y también de conversar con el acompañante o de meditar. Zonas de paseo en los pequeños espacios de sus jardines interiores, para cambiar la mirada entre las zonas de sus patios.