El ser humano, en la medida de sus posibilidades, en cuanto ha dejado de estar en contacto constante con la naturaleza, con el verde campo o los rojos árboles o incluso con los animales que viven en ella, ha necesitada creçarsela a su alrededor aunque fuera de forma falsa. La aristocracia o la burguesía occidental, en cuanto se tenía que encerrar en palacios o incluso los trabajadores fabriles de las primeras grandes ciudades, tenían que recrear en sus casa algo de naturaleza.
Estas paredes y techos que vemos en las imágenes son de un palacio alemán, donde sus propietarios mandaron construir diversas grandes estancias imitando la naturaleza, Desde pasillos en forma de cuevas, grandes salones llenos de minerales y rocas incrustadas en las paredes o salas como las de las imágenes, con relieves de plantas y animales.
Fuera de sus palacios idearon grandes parques privados, que llenaros de animales y plantas a ser posibles exóticas para sorprender a sus visitas. Y agua, el otro elemento que parece insustituible para crear espacios naturales.
En imitación y evolución lógica a esta necesidad humana, han ido surgiendo los parques por las ciudades grandes o medianas. Ya no tenemos cardelinas o canarios en casa como antaño, ahora salimos a la plaza verde del barrio a escucharlas. Hasta no hace tantos años era muy habitual en todas las casas españolas tener gran cantidad de macetas en todas las terrazas. Esto en las grandes ciudades se está reduciendo por falta de tiempo, pero a cambio ya podemos ver decoración en grandes salones donde una inmensa fotografía de naturaleza cubre toda una pared. Es una necesidad visual pero sobre todo mental, aunque no lo sepamos bien.