La despoblación es un problema o un reto de adaptación?

Las ciudades son responsables del 70% de las emisiones de dióxido de carbono y generan el 80% del PIB global, por citar dos datos representativos del poder económico de las ciudades, y en el año 2050 se considera que vivirán en ellas el 70% de la población mundial. Es un efecto imparable, los ciudadanos se van de las zonas rurales a las ciudades, sea a las más cercanas a su núcleo de origen o a ciudades alejadas. Casi nunca se emigra hacia pequeñas zonas rurales, sino a ciudades, en la mayoría de los casos a grandes ciudades.

A la hora de entender el fenómeno de la despoblación y sus posibles soluciones, hay que asumir la inevitable de este fenómeno social de movimientos imparables, pues en las ciudades se encuentra en mayor medida la tecnología al servicio de las personas, los servicios más amplios y novedosos, la cultura y la formación, y por ello muchas más posibilidades de crecer económicamente. 

Las zonas rurales se irán transformando en zonas privilegiadas para “vivir bien” o lo que es lo mismo, para vivir de forma más natural. Si entendemos esto, seremos capaces de buscar soluciones diferentes a la despoblación. El habitante de la España rural de hoy es totalmente distinto al que teníamos en los años 60. Y lo será del que tendremos en el 2050.

Fuera de Europa las grandes ciudades crecen de forma indiscriminada, mientras que aquí se ha sabido mantener un ritmo controlado de crecimiento y sobre todo de ordenación urbana. Europa ha sabido mantener los servicios públicos en las ciudades con menos desigualdades entre los vecinos, un crecimiento arropado para poder ofrecer un servicio de transporte público capaz y útil, una ordenación planificada que permite optimizar costes de estos servicios municipales.

El tamaño de las ciudades europeas siguen siendo pequeño y en pocos casos supera los 5 millones de habitantes, algo que en otras zonas del planeta es mucho más lógico y fácil de observar descontroladamente. En Europa se expanden o crecen más número de ciudades y entre todas ellas —que además están a distancias más cercanas— se reparten el crecimiento poblacional.

A su vez nunca logramos un diagnóstico claro sobre qué consideramos pequeña localidad. Lo que para un país una pequeña localidad puede ser la que tiene 50 vecinos pero con capacidad propia de decisión política, para otro país eso es un simple núcleo de trabajo, servicios o industrial de 50 ciudadanos que dependen administrativamente de una ciudad no muy lejana. Las distancias son las que marcan el sistema de administración de las localidades. No el número de habitantes de cada núcleo.

Las zonas rurales son los graneros del planeta pero ya no se necesita estar asentado vitalmente en ellas, sino que son enormes zonas de trabajo donde con mucha más facilidad que antes se acude a trabajar y se vuelve a la gran ciudad a vivir el día a día. La despoblación de las zonas rurales no es un problema real en muchas zonas del planeta pues ya no existen personas viviendo, sino trabajando unas decenas de horas a la semana.

Nadie reclama servicios para esas zonas semi vacías, que no sean tener buenas comunicaciones con las grandes ciudades. Un núcleo rural de 50 habitantes a 100 km de una gran ciudad de diez millones de personas no se considera ya un problema social, sino un lugar elegido por muy diversos motivos para vivir alejado del mundanal espacio mal ordenado de las grandes ciudades.

Todas estas líneas no son una visión de futuro, simplemente es la realidad de algunas zonas del este planeta que además se contagian o se exportan hacia Europa, por efecto de los movimientos más rápidos entre espacios y por la conversión de las ciudades en zonas con servicios que son imposibles de repetir en localidades pequeñas. La despoblación dejará de ser un problema para la administración cuando entendamos que hay que gestionar territorios amplios y no personas diseminadas. 

Las personas se gestionarán ellas solas pues ya saben encontrar soluciones a sus problemas. Y los recursos públicos serán dedicados a sistemas de ayuda y apoyo que realmente sean eficaces para el territorio.
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